• Consideraciones sobre la exploración neurológica del lactante y del niño

    El examen neurológico del lactante y del niño en los primeros años, requiere una metodología y sistemática especiales que difiere sensiblemente de la empleada en el niño mayor y adulto por varias razones:


    • Se explora un órgano en formación que tiene aún que desarrollar las numerosas funciones que potencialmente lleve implícitas. La adquisición de una habilidad determinada se basa en la adquisición de habilidades anteriores. Un ejemplo puede facilitar la comprensión de lo expuesto: la prensión involuntaria manifiesta a los 3 meses se transforma en prensión voluntaria a los seis y se hará cada vez más precisa persistiendo a lo largo de la vida, excepto en casos concretos de enfermedades progresivas (Síndrome de Rett).
    • La variabilidad del estado de conciencia del niño, preferentemente en el lactante, a lo largo de la jornada, repercute sobre el estado neurológico, en relación con los largos periodos de sueño, las tomas alimenticias, temperatura ambiente, aseo, etc. Se recomienda que el niño se examine, a ser posible, en un medio con temperatura constante, en estado vigil, y de 30 a 60 minutos antes, aproximadamente, del momento teórico de la tetada o toma para evitar que esté sometido a los efectos depresores de una gran distensión abdominal, si se explora después de la ingesta (sopor post-prandial), o a los efectos excitadores de un hambre imperiosa si se espera el momento de la toma.
    • Los hallazgos de la exploración durante el primer año se inscriben en fichas de control madurativo neurológico en las que están marcados los meses y los diferentes ítems de exploración; en trazo discontinuo se señala cuando este ítem está presente, aparece o desaparece en un niño normal. La persistencia de un ítem que debería haber desaparecido, o la presencia de un logro que debería manifestarse ya, debe ser reseñado como anormalidad transitoria o permanente en relación con exploraciones posteriores. (Tabla I). En la Tabla II, se observan los hallazgos que se encuentran entre los 12 y 36 meses en las diferentes funciones exploradas.
    • El examen del lactante y del menor de 3 años nos informa preferentemente sobre el estado de organización cerebral y se basa preferentemente en los logros que el niño va alcanzando (motores, lingüísticos, cognitivos, sociales) y que se ha expuesto en el capítulo sobre desarrollo psicomotor. El examen neurológico del niño mayor, adolescente y adulto permite ante todo constatar si existe o no una lesión neurológica.
    • Por último, una dificultad de orden técnico que no presenta el niño mayor o el adulto; la nula o escasa colaboración que se soslaya actuando con paciencia y suavidad y haciendo de la exploración un juego y no unas pruebas molestas para el niño. Cuando se tiene amplia experiencia en manipular recién nacidos, lactantes y niños la exploración se realiza con facilidad; mientras se les hace las diferentes maniobras se les está solicitando, bien con silbidos, palabras o caricias diversas. El niño relajado, confiado y con frecuencia sonriente se deja hacer.
    • Si los datos obtenidos en una primera exploración neurológica no son concluyentes se debe repetir horas o días más tarde para ratificar la normalidad o anormalidad de aquella. La exploración se llevar a cabo con el niño completamente desnudo, colocado sobre una camilla con superficie plana semiblanda, inicialmente con el niño en los decúbitos prono y supino, en sedestación y bipedestación y, con posterioridad, interactuando con el niño para observar como responde motórica y verbalmente a las solicitaciones. En el niño mayor y adolescente la exploración se realiza con el paciente tendido y de pie. Tanto en el niño pequeño como en el mayor debe seguirse siempre una sistemática (Dejong, 1.979) para evitar olvidos que puedan ser importantes. En los niños pequeños, en ocasiones, se altera un poco el orden iniciando la exploración con las maniobras menos molestas que eviten el llanto y dificulten la colaboración. A cualquier edad, dada la constitución bihemisférica del sistema nervioso central, se hará siempre el estudio comparativo de uno y otro hemicuerpo. Cuando se detecta un signo anómalo, la exploración del sistema real, o aparentemente, afecto, se extiende con minuciosidad mediante maniobras que no se realizan en la exploración convencional. La sistemática que se sigue se observa en la Tabla III.