• Funciones sensoriales en el niño

    Funciones Sensoriales
    Desde el nacimiento el niño posee unas funciones sensoriales -visuales y auditivas- aún rudimentarias, que maduraran considerablemente en los meses siguientes, y sensitivas merced a las cuales hace la distinción entre las sensaciones interoceptivas o viscerales, las propioceptivas –músculos y articulaciones- y las exteroceptivas, que proceden del exterior estableciendo contacto con el medio; todas estas informaciones se transmite por las vías sensitivas.
    1. Función visual. Está presente entre las 31-33 semanas, alcanzando una madurez similar a la del recién nacido a término entre las 35-38 semanas de edad concepcional. El niño al nacer distingue entre luz y oscuridad y un porcentaje alto (80-90%) presenta una buena capacidad de atención al medio con aprehensión visual de los objetos o cara situados a menos de 20 cm. Durante el primer mes el niño dirige la mirada hacia el foco de luz, desarrollándose con rapidez las respuestas de persecución visual, a los objetos o personas que se desplazan en su proximidad, entre el 2º y 3º mes. La sonrisa a la cara conocida a los 3 meses implica no solo la madurez visual suficiente para distinguir rasgos faciales sino también el reconocimiento de una señal placentera. A partir de los 3 meses la visión va a mejorar progresivamente en los meses siguientes.
    Cuando el niño no responde a la cara humana no suele responder a estímulos inanimados. Si existe duda sobre la integridad visual es aconsejable realizar potenciales evocados visuales. En el caso de lesión visual se pierde un importantísimo canal de información y el sistema que establece el primer contacto del niño con la madre, originándose privación sensorial y deprivación afectiva, y de ahí la necesidad de un diagnóstico precoz para establecer procedimientos adecuados de rehabilitación.
    2. Función auditiva. Es de las más tempranas en madurar. El recién nacido pretérmino, a las 28 semanas de gestación, muestra una reacción de sobresalto ante un ruido brusco e intenso. Esta respuesta es cada vez más sutil y el recién nacido a término reacciona ante un ruido con cese de la actividad motora. Hacia el 3º mes la voz de la madre produce un estado de espera y hacia el 4º mes gira la cabeza hacia la fuente del sonido.
    Si existe lesión auditiva se pierde uno de los grandes canales de información y el control auditivo de los sonidos, manifestándose por desconexión parcial con el medio y, retraso o distorsión del lenguaje.