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Fecha publicación: 25-02-2013
Autor: Adrian Garcia Ron

 

El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es el trastorno del neurodesarrollo más frecuente en la infancia, con una prevalencia estimada entre el 5-8% según las series publicadas. Es un concepto que pretende englobar un conjunto de alteraciones cognitivo-conductuales, con un patrón clínico heterogéneo pero identificable y unos síntomas nucleares bien definidos (inatención, hiperactividad e impulsividad), pero no categóricos, pues son rasgos conductuales que pueden estar presentes en todos los individuos, siendo su intensidad o sus repercusiones a nivel académico, social o familiar, las que marcan el límite entre trastorno o normalidad. 

En la actualidad se ha convertido en la explicación neurocognitiva a todo fracaso en la eficiencia para realizar y alcanzar las diversas exigencias académicas, sociales y laborales, en todas las etapas de la vida, siendo uno de los motivos mas frecuentes de consulta en forma de dificultades en el aprendizaje o trastorno de conducta.
A pesar de tener una base genética bien conocida, está influenciado en gran medida por factores ambientales y biológicos, por lo que existen múltiples investigaciones dirigidas a comprender la neurobiología de este trastorno (genéticos, neuroquímicos, neuropsicológicas y neuroimagen funcional).
Su tratamiento debe ser individualizado, dependiendo de las necesidades, disfunciones, repercusiones, comorbilidades e incluso las preferencias del paciente o sus tutores, siendo el tratamiento multimodal (tratamiento farmacológico unido a no farmacológico) el más eficaz. 

Actualmente existen controversias a cerca del papel que juega la dieta en el desarrollo, evolución y tratamiento del TDAH, como factor ambiental, fundamentalmente el estilo de dieta occidental rica en grasas, azúcares refinados, sodio y baja en fibra y ac. Grasos esenciales (omega 3 y 6). Podemos encontrar múltiples publicaciones a cerca del tema, centradas fundamentalmente en su relación con una posible deficiencia en los depósitos de hierro (ferritina) y de Zn, los cuales también se han relacionado con otros trastornos del neurodesarrollo, el Gilles de la Tourette y trastornos del sueño como el síndrome de piernas inquietas.
Revisando el tema, me ha interesado un “paper” publicado en 2012 en la Revista Pediatrics, que revisa el rol que juega la dieta y los suplementos dietéticos en la etiología y tratamiento del TDAH.

Con respecto a la dieta, revisa la literatura a cerca de las diversas opciones dietéticas, fundamentalmente basadas en la eliminación de aditivos y salicilatos (dieta Feingold),  azúcares refinados, colorantes, conservantes e incluso del efecto de la dieta cetógena. Analizan los diversos estudios publicados y el nivel de evidencia de los mismos, y concluyen, que si bien es cierto que algunas publicaciones han mostrado mejoría sintomática, principalmente desde el punto de vista paterno, el tratamiento dietético del TDAH debe reservase exclusivamente cuando el tratamiento farmacológico falla o cuando exista una preferencia por parte de los pacientes o sus padres. Estas pautas restrictivas de la dieta no figuran como opción recomendada en las guías de tratamiento de la Asociación Americana de Pediatría ni en las guías NICE del Reino unido.

Con respecto a los suplementos dietéticos, valoran 3 elementos fundamentalmente.
1.- Suplementos con ácidos grasos Omega 3 y 6, cuyos niveles bajos en sangre han sido descritos con mayor frecuencia en pacientes con TDAH en comparación con controles sanos.  Suplementos de 300-600 mg/día de omega 3 y 30-60 mg/d de omega 6 ha mostrado disminución de la inatención, hiperactividad e impulsividad en algunos niños con TDAH sin efectos adversos reseñables.

2.- Zinc: algunos estudios fundamentalmente realizados en Países de medio este, han relacionado niveles bajos de Zn con el TDAH. Esta relación podría deberse a que funciona como cofactor para el metabolismo de algunos neurotrasmisores, ácidos grasos y regula el metabolismo de la dopamina, la cual, es crucial en el TDAH. El tratamiento con Zn en estos pacientes, no está bien definido y por lo tanto tiene un nivel bajo de recomendación, al menos en Estados Unidos.

3.- Hierro (Fe): al igual que en los casos anteriores, niveles bajos de ferritina, han sido descritos en niños TDAH en comparación con los controles, es más, ha sido descrita una relación inversa entre la severidad de los síntomas del TDAH y los niveles de ferritina en sangre, estableciendo como punto de corte, unos niveles de ferritina por debajo de 45 mcg/L y una mejoría en la sintomatología del mismo tras tratamiento con fe, así como una optimización de las dosis de psicoestimulantes. La relación podría deberse a que la deficiencia de Fe, produce una disfunción del sistema dopaminergico, al igual que en el Síndrome de piernas inquietas (Allen et al, 2007), y que como bien sabemos, está muy relacionado con la fisiopatología del TDAH.

Todo esto lleva a plantearnos nuevas estrategias en el manejo de nuestros pacientes, y aunque no debemos recomendar a priori una dieta restictiva, si debemos tener en mente la posibilidad de solicitar una analítica a todos aquellos niños con trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, o al menos en aquellos que no respondan adecuadamente al tratamiento farmacológico, pues si detectamos un deficiencia en alguno de estos metales, podemos realizar una prueba terapéutica, suplementado la dieta con sulfato ferroso, Zn u omega 3 y 6 sin a penas efectos adversos y con una posible mejoría de la sintomatología.


Bibliografía
Allen RP, Early CJ. The role of iron in restless legs syndrome. Mov Disord 2007; 22:S440-448.
Millichap JG, Yee MM. The diet factor in attention-deficit/hyperactivity disorder. Pediatrics 2012; 129:330.
Nigg JT, Lewis K, Edinger T, Falk M. Meta-analysis of attention-deficit/hyperactivity disorder or attention-deficit/hyperactivity disorder symptoms, restriction diet, and synthetic food color additives. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry 2012; 51:86
Rojas NL, Chan E. Old and new controversies in the alternative treatment of attention-deficit hyperactivity disorder. Ment Retard Dev Disabil Res Rev 2005; 11:116.
Schab DW, Trinh NH. Do artificial food colors promote hyperactivity in children with hyperactive syndromes? A meta-analysis of double-blind placebo-controlled trials. J Dev Behav Pediatr 2004; 25:423.
Stevens LJ, Kuczek T, Burgess JR, et al. Dietary sensitivities and ADHD symptoms: thirty-five years of research. Clin Pediatr (Phila) 2011; 50:279.

Fotografía tomada de http://www.freedigitalphotos.net/